martes, 15 de enero de 2013

Obscenidades


Por Juan Carlos Martínez

El deporte en general y el fútbol en particular se han convertido en herramientas comerciales y sus protagonistas en mercancías.
Nos espantamos cuando leemos que en tiempos no tan lejanos se vendían personas para que las familias más acomodadas las esclavizaran.
Muchos de los que sobrevivieron al genocidio de Roca fueron convertidos en esclavos.
El esclavo ya existía en la Edad Antigua.
En la interpretación marxista, el esclavo es una de las formas sociales antiguas de producción, uno de los recursos históricos de la explotación del hombre por el hombre.

El amo y el esclavo son engranajes de una misma maquinaria.

Todavía hoy hay personas sometidas a la esclavitud en sus diferentes formas.

El tráfico de niños, la venta de mujeres para la explotación sexual y la explotación laboral son las tres formas más frecuentes de la esclavitud humana moderna.

El deportista-mercancía hoy se vende al mejor postor, aunque no es esclavo sino instrumento utilizado como modelo a seguir.

Como el hombre exitoso de este tiempo se mide por el dinero que gana, las sociedades lo adoptan como el modelo ideal.

El sistema estimula el deseo de la materia sobre el espíritu.

Atrapados por la maquinaria de propaganda que inunda todos los espacios de los medios de comunicación, muchos padres sueñan con convertir a sus hijos en uno de esos deportistas que alcanzan la cúspide de la fama y el dinero.

El modelo del hombre ideal ya no está en el mundo de la poesía, la música, la ciencia, la educación, el trabajo y la solidaridad. 

Ahora hay que buscarlo entre el oro y el dinero que el sistema destina a unos pocos mientras millones de personas mueren condenadas por el hambre.

Un futbolista estrella cobra en un minuto lo que no ganan millones de personas en toda su vida.

Es el mundo y sus obscenidades en vivo y en directo.

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