miércoles, 5 de diciembre de 2012

Vago y mugriento

Por Juan Carlos Martínez

La ciudad de Buenos Aires se ha convertido en un basurero.
Calles, veredas y plazas ofrecen un espectáculo deprimente.
La basura se ha adueñado del paisaje porteño.
No hay espacio que haya quedado al margen de la mugre que día a día se acumula merced a la desidia del vago que gobierna la capital argentina.
Miles de bolsas con restos de comida se convierten en un festín de lujo para moscas y ratas y en transmisores de enfermedades para los pobres que hurgan en su interior en busca de alguna migaja que corte el obligado ayuno al que el sistema los condena.

Si algo faltaba para completar la nueva imagen de la otrora reina del Plata, ahí están los cientos de cuerpos humanos -hombres, mujeres y niños- durmiendo sobre las sucias baldosas de las veredas o sobre el verde de las plazas sembrados de excrementos caninos ante la indiferencia de los que gobiernan y de la mayoría de las personas que transitan por esos dormitorios a cielo abierto.

Casi todos pasan sin inmutarse, algunos miran de reojo y los que fijan sus ojos en esos cuadros asisten en vivo y en directo a la deshumanización de la vida.

¿A quién le importa? 

Mientras la contaminación ambiental, política y moral avanza sobre Buenos Aires, el vago que gobierna la ciudad ha sumado otro mote que lo define de cuerpo y alma: el de mugriento.

La foto es de acá

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