Por Ana Inés López Accotto (*)
El 3 de diciembre, el periódico inglés The Guardian publicó un
artículo en el que sus autores, Jayati Ghosh y Matías Vernengo, se preguntan por qué Argentina está ahora
pagando por lo que ellos califican como “una
historia económica peligrosamente exitosa”.
Estos periodistas consideran que
Argentina “está siendo atacada por una
combinación de fallos judiciales y movimientos agresivos en los mercados
financieros”. Por un lado, el fallo
del juez de Ghana a favor del fondo buitre del “financiero conservador Paul
Singer” que incautó la Fragata Libertad, buque escuela de la fuerza
armada argentina; por otro, la sentencia del juez Thomas Griessa a favor del
mismo fondo buitre –Elliot Capital Management, con sede en el paraíso fiscal
Islas Caimán- “sobre la base de una interpretación inusual de la cláusula pari passu en los contratos de
deuda”.
Después de calificar a los fondos
buitre (vulture funds, en inglés) de inversores no convencionales por sus objetivos y forma de funcionamiento, los
periodistas señalan: “Es evidente que a los fondos buitre no les importan sutilezas tales como la forma en que la deuda se originó, el principio de que las deudas
deben ser atendidas de acuerdo a la capacidad del deudor para pagar o cómo los pagos forzados
afectarán al bienestar de los más vulnerables. Representan las finanzas globales
en su forma más desnuda agresiva y explotadora”.
En su opinión, “no hay razón para creer que el país esté
cerca de un default. La cuenta corriente está en equilibrio,
las reservas internacionales están por encima de $ 46bn y la relación de
los pagos del servicio de la deuda
y las exportaciones es inferior al 20%.
En los últimos años, la Argentina ha sido
una de las economías de más rápido crecimiento en el mundo, con un descenso del
desempleo de alrededor del 22%
a cerca del 7%”.
Para explicar el ensañamiento de
los mercados financieros y los medios de comunicación, aventuran: “La verdadera razón puede radicar en
el propio éxito de la economía del país
después de su defecto y forzado proceso de reestructuración
de la deuda. Después de 2002, la Argentina revirtió las medidas de austeridad promovidas
por el FMI, renacionalizó sectores productivos clave como el de la aviación, las pensiones y el petróleo
más recientemente, incrementó la protección
social y la transferencia de ingresos a los pobres y redujo la pobreza
sustancialmente. Los salarios reales
fueron aumentados y las desigualdades salariales fueron reducidas”.
Pensando seguramente también en la realidad de los
países europeos hoy, consideran que “esta
es una historia exitosa peligrosa. Muestra que hay vida después del default y
que la austeridad no es el mejor camino para salir de la crisis. Estas son las
dos lecciones que claramente asustan a los mercados financieros y sus aliados
en el sistema judicial y obviamente les preocupa que otros países con
dificultades financieras pudieran intentar emular este ejemplo. De ahí el afán
de demostrar que no es una historia de éxito después de todo y mantener la
presión sobre Argentina a través de sentencias judiciales, bajas calificaciones
y medidas similares”. Y de las
grandes corporaciones mediáticas y los papanatas que les hacen el juego.
Terminan con un llamado de
atención: “No se trata sólo de que estos recientes movimientos son profundamente injustos y antidemocráticos -es que también amenazan al sistema financiero
global. Permitir que los fondos
buitre tengan prioridad sobre
los otros tenedores de bonos que acepten
una reestructuración socava cualquier posibilidad de renegociación
de deudas, sin la que ningún sistema
de crédito puede funcionar. El "nivel de rencor" en la
decisión de Griesa demuestra lo
importante que es contar con sistemas
judiciales que no se inclinan a favor de inversores privados motivados puramente por la ganancia. Permitir que las agencias de calificación con
importantes conflictos de interés
funcionen sin regulación y sin la configuración de alternativas públicas
crea desinformación sin rendición de cuentas”.
Quizás dicho por periodistas que publican en un
periódico vinculado a la izquierda inglesa, que lógicamente escriben en inglés,
pueda resultar más creíble al progresismo europeo que si lo sostienen gobiernos
y periodistas latinoamericanos. ¿O será que The Guardian se ha vuelto también populista?
*Socióloga y periodista
No hay comentarios:
Publicar un comentario