domingo, 23 de diciembre de 2012

China, una enredadera inabordable


El idioma, la cultura, las comidas, los hijos únicos, la diversidad: China, en primera persona. Desde el oriente, la que escribe es Lucía Fernández, nacida en Santa Rosa (La Pampa) en 1986. Es Licenciada en Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires. Actualmente reside en Shanghái, donde realiza estudios de idioma chino. En este artículo, cuenta sus primeras visiones del gigante: se sorprende, se impresiona, da pequeñas sugerencias, promete seguir hurgando y pide que le pregunten. Pasen y lean.
Llegué a China a fines de agosto de este año, de modo que llevo tres meses y medio viviendo acá. El gobierno chino me becó un año para estudiar idioma en la Universidad Donghua, en la ciudad de Shanghái. Me despidió en Argentina un invierno fuerte, me recibió de este lado del mapa un verano igual.

China es impresionante, es poderosamente inabordable, es una enredadera que nunca sabré por dónde empezar a cortar. Todo huele intenso y la realidad parece esos juegos de las diferencias donde hay que encontrar los objetos fuera de contexto.

El nombre en chino es Zhong guo y significa ¨país del centro¨. Además de algún contenido ideológico, refiere a que geográficamente es equidistante respecto de los demás países del mundo. De hecho, los planisferios aquí muestran a China en el centro, Oceanía debajo, América a la derecha, África y Europa a la izquierda. La población supera los mil  trescientos millones de habitantes (1.300.000.000) y desde hace aproximadamente treinta años tienen control de natalidad, es decir que no pueden tener más de uno o dos hijos según el caso. Posiblemente esté de más decir que eso impacta en la composición de la sociedad de mil maneras. Lo que pude notar es que hay un montón de hijos únicos, que la cantidad de población genera una presión y competencia intensivas, y que la mayoría de la población (más del 80%) está en edad de trabajar y consumir (entre 14 y 60 años). Suele decirse también que la cultura china es, de las vigentes, la más antigua del mundo.

Paisajes, culturas, religiones, hábitos, comidas, varían muchísimo porque China es diversa y enorme. Sin saberlo cierto, me animaría a decir que es posible encontrar aquí todas las versiones del país que nos imaginamos… Incluso escenarios de película (aunque hasta ahora sólo vi chinos con pelo, je).

Hasta ahora estuve en cinco ciudades: Shanghái, Beijing, Hangzhou, Suzhou y Sanya. En el tiempo que me quede, intentaré ir a muchas más.

Beijing 北京es la fonética del nombre chino de la ciudad capital, nosotros la conocemos mejor como Pekín, que no es más que la fonética occidental; y significa ¨Capital del Norte¨. Norte se dice Bei (la B en chino suena como nuestra P), Sur se dice Nan , Este Dong , y Oeste Xi 西.

Así, por ejemplo, la famosa ciudad llamada Nanjing 南京 significa capital del sur.

El idioma resiste absolutamente todos los chistes que hacemos al respecto, porque es súper difícil, je. No tienen alfabeto, cada dibujo (ideograma) representa una sílaba o una palabra. Los caracteres se escriben mayormente de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo. En cuanto a lo fonético, tienen 5 tonalidades. 

Esto es muy importante porque la misma palabra pronunciada con distinto tono puede significar algo diferente. La cantidad de tonos o acentos, creo yo, lo convierte en un idioma de carácter que nos hace creer que siempre están puteando, je. Con paciencia y mucha práctica se puede aprender, la gramática es en general bastante simple. En casi todos los idiomas lo que se busca nombrar es más o menos lo mismo; hay bromas, refranes, trabalenguas, juegos de palabras, insultos y se dice ¨buenos días, cómo estás¨.

Se podría decir que al igual que nosotros, los chinos tienen una forma imprenta y una cursiva. La equivalente a la cursiva es la que solemos ver en pinturas, poemas, narraciones. Es posible cruzar personas mayores practicando caligrafía en espacios públicos, lo curioso es que escriben largos versos con agua sobre el suelo. 

Para hacerlo usan un tarrito de lata y un palo de escoba con una esponja con forma de gran pincel en la punta. La personalidad de las plazas los fines de semana y la obsesiva forma en que están dispuestas las flores, me resultaron muy atractivas.

Haber estado en Pekín fue esencial, fui desde Shanghái en un tren bala que iba a 300 km por hora. Cada tanto recuerdo la imagen del veloz acercamiento de pueblitos disímiles. Creo que viajar a China y no conocerla es desatinado, aunque me gusta mucho más para vivir la ciudad donde estoy. Allí visité el Templo del Cielo, es el más grande de China y fue construido en 1.400; la Ciudad Prohibida, que es el Palacio Imperial donde vivían los emperadores; el Palacio de Verano, un precioso parque de casi 300 hectáreas construido en 1750, y la Muralla, un antiquísimo y continuado muro de piedra que serpentea el paisaje y tiene casi 9.000 kilómetros. Todos fueron declarados por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad y son de una belleza y dimensión por demás imponente.

El camino a la muralla me produjo una sensación extraña, preferimos ir a una parte no muy llena de gente, y eso nos tomó una hora y pico en bus. La acuarela de las zonas rurales y parajes que aparecía detrás del vidrio, me recordó a la ruta que va de Buenos Aires a La Pampa. Tachos de lata humeantes, choclos, carretillas y paisanos andando en motitos peladas sobre la banquina… Señoras de edad arreglando las flores de sus jardines, gomerías y talleres de paredes escritas con letras chuecas y pintura lavada, desvencijados puestitos vendiendo embutidos o frutas de estación.

Aparentemente, la muralla nunca cumplió su fin, porque a medida que se iban construyendo las fronteras con los enemigos, cambiaban. Siempre quedó lejos y en el medio de las líneas de guerra y sirvió solo como lugar de vigilancia. Se dice también que es uno de los cementerios más grandes, porque enterraban a los muertos debajo.

La urbanización de Pekín me pareció rarísima, hay grandes avenidas formando cuadrados, y en las manzanas se abren como grietas (pasillos angostos parecidos a los de las villas) que te introducen a barrios (hutong) muy temperamentales. Por todos lados hay chinos en bicicleta, motos, bicimotos, carritos. Las calles están vivas: venden frutas, juegan ajedrez chino, cartas, comen, escuchan música.

Shanghai  上海es conocida como la capital comercial o centro financiero de China, el nombre significa ¨sobre el mar¨, y supo ser un pueblito de pescadores. En ella desemboca el río Yangtzé, que es el más largo de Asia. La ciudad está llena de shoppings y tiendas internacionales como Apple, Audi, Zara, Mc Donalds, Starbucks, Pizza Hut, Sonny, Samsung, etc. El centro de la ciudad está a los lados de un pintoresco malecón conocido como ¨El Bund¨, adornado por torres altísimas y edificios de arquitectura europea. Es un lugar muy turístico,  siempre hay muchos extranjeros y a pocas cuadras hay una calle peatonal muy concurrida. La ciudad es enorme, tiene más de 20 millones de habitantes (la mitad que Argentina). Recorriéndola se pueden encontrar calles chinas antiguas, jardines imperiales, puentecitos, casas de té, pagodas, templos.

La comida china es rica, completamente diferente a la nuestra, pero rica. Casi todo es frito, salteado al wok, hervido, o en sopa; y sabe dulce y salado a la vez.  En general comen muy picante y especiado; muchas verduras, arroz, hongos, cerdo y productos derivados de la soja. Por supuesto que hay tantas combinaciones como lugares, gusté mucho de la agridulce comida de Sichuan y celebro (aunque la inmigración masiva siempre es un síntoma) la injerencia en los sabores de la migración de familias de Asia central.

En las ciudades grandes hay restaurantes internacionales, es posible venir aquí y saltearse la comida, aunque no lo recomiendo. Supongo que a causa de la escandalosa cantidad de población, comen todo. Es decir, todo el cerdo, todo el pez, todo el vegetal, nada se desperdicia… Aún en Shanghái, que es la ciudad más cara del país, un plato de arroz no vale más de dos pesos. El cambio es similar al nuestro con mayor poder adquisitivo, la moneda se llama Ren Min Bi 人民币, significa ¨la moneda del pueblo¨, y a los pesos se les dice yuanes o kuáis. En todos los billetes (1, 5, 10, 20, 50, 100) está Mao Tse Tung. El Partido Comunista gobierna todas las regiones con un sistema jerárquico prolijamente enraizado en cada barrio, hay provincias con autonomías relativas en lo concerniente a lo comercial, la propiedad dura lo que dura la vida, la tasa de analfabetismo es muy baja, hay una polarización fuerte entre ciudad y campo, el sistema ferroviario es inmenso, producen grandes cantidades de petróleo, usan energía hidroeléctrica y solar… Y mil cosas más que si gustan pueden preguntarme, googlear o investigar.

Lucía Fernández
luguionbajof@hotmail.com

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