domingo, 25 de noviembre de 2012

Chicha Mariani: la tortura que no cesa

Hace 36 años que Chicha Mariani se siente torturada por los mismos que mataron a sus seres queridos y secuestraron a su nieta, Clara Anahí. Su respuesta frente a ese dolor profundo, frente a la peor miseria, es siempre la misma: la lucha y la pelea por la Memoria. El sábado recordó la fecha que le sigue doliendo: el 24 de noviembre de 1976.
En un acto en La Plata, ese día, en una casa de La Plata, hubo un feroz operativo militar: estaban Daniel Mariani (hijo de Chicha) y su nuera Diana Teruggi. En el ataque murió Diana. Al año siguiente Daniel. En el operativo secuestraron a la beba de 3 meses, Clara Anahí Mariani, a la que Chicha sigue buscando, con la esperanza de encontrarla con vida.
En una entrevista con La Kermés, dice Chicha que “son heridas abiertas, que nunca se van a cerrar y uno tiene la obligación moral de seguir adelante aunque no pueda dar un paso. Es muy difícil soportar las ausencias. Son 36 años. Es terrible. Uno lo vive cada día de nuevo, esa es la verdad”.

Chicha se llama María Isabel Chorobik de Mariani.Es viuda del maestro de música pampeano Jorge Enrique Mariani. Fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo y referente de la Fundación Anahí.

En la entrevista con “La Kermés”, Chicha Mariani contó, luego de un acto de memoria: “Tengo amigos valiosísimos. Y tengo chicas que me cuidan, porque vivo sola, no tengo familia, se fueron todos. Es otro dolor. Se fueron y estoy sola. Pero recibo muchísimo cariño de toda la gente y eso me da fuerzas”.

-¿Qué es exactamente lo que sentís en un día como hoy, cuando decidís moverte a un acto que recuerde eso? Porque a veces hay otras formas del dolor: quedarse en la casa, o quedarse quieto. ¿Por qué tenés esa postura frente al máximo dolor? 

-Yo creo que es el deseo de que no pase nunca más. Que nunca se repita. Hay que conservar la memoria para eso, para no tener de nuevo este horror que nos tocó vivir. Yo he dado clases toda la vida y hoy fueron alumnos de 60 años, imaginate... ese afecto, ese interés de ellos que tienen sus hijos chicos, que están cerca y entienden la necesidad de mantener la memoria... me rodeó una enorme cantidad de alumnos, exalumnos, gente que me quiere, que me da la fuerza que necesito a mis 89 años. No es poco para poder seguir de pie. Y seguiré hasta el último día en que el cuerpo me lo permita.

-¿Encontrás diferencia actuales en comparación con la década del ‘90, al menos en alguna parte de la ciudadanía, respecto de esa memoria activa, con la idea de recuperar lo que fue robado? 

-Sí. Hay diferencias, sobre todo en los chicos, los púberes, apenas adolescentes, hay un gran conocimiento de todo lo que pasó y a mi me llena de tranquilidad para el futuro de ellos mismos. Como buena docente, siempre me preocupa la juventud. Pienso que se está tranzando un camino de recordación que impedirá que vuelvan a suceder estas cosas. En otros años hubo mucha desidia, mucho miedo. Creo que ahora la gente joven no se deja intimidar, como tanta otra gente del pueblo que quiero tanto. Hay quienes todavía no hablan porque tienen miedo, o por ideología, o por comodidad. Tanto que necesitamos que digan lo que saben. Les pido a los soldados que vieron y participaron sin querer, porque tenían la obligación... si dijeran un poco de lo que vieron, de estos asesinatos horrendos, ya no se comprometen para nada, no tienen porqué tener miedo, ya no existe la dictadura, ese temor, todo el mundo puede hablar y ayudar. Yo siempre estoy haciendo llamados esperando a que digan algo, que se acuerden...

-Cuántas relaciones que te quedaron con La Pampa, ¿verdad? 

-¡Pero sí! Mi marido nació allí, vivió parte de su infancia y me pidió desde que nos casamos, años y años, 60 años, me recordaba que quería que sus cenizas estuvieran en Santa Rosa. Y finalmente cuando llevábamos las cenizas para ponerlas bajo los algarrobos, nos encontramos que estaba ya un lugar destinado para él, cerca de la estación de trenes, que tanto amaba. Cada vez que visitábamos la provincia teníamos que empezar la visita por la estación. Yo me siento agradecida a la gente de La Pampa.

-En La Pampa también tuvimos el triste destino de tener a personas como Bazán...

-Bazán acá declaró, porque lo llamamos, y dijo una serie de mentiras. Ahora supe por soldados que estuvo en la casa de mis hijos, vio cuando sacaban viva a Clara Anahí, dio órdenes para decidir dónde la ponían. Vio todo. Mintió todo el tiempo, tengo el recuerdo más terrible de este hombre capaz de hacer eso. Pero bueno... es una más de las cosas terribles que nos tocan vivir.

-Se ha ventilado el juicio, has estado y más allá de las viviencias, ¿qué expectativas tenés, cómo sentís que puede seguir esto? 

-Ahora se termina el juicio del Circuito Camps. Han mentido, como siempre. Y además tratan de que como soy viejita me muera de un infarto. Porque Etchecolaz mandó una carta manuscrita dirigida a mí, se la dio al juez Rozansky, para que me la diera hace 2 o 3 meses, personalmente. Me dice que deje tranquila a mi nieta, que está en el mejor lugar al lado del Señor, y que él sabe que es así, y que entonces yo debo dejar de buscarla para que esté en paz. Eso y que te dé un infarto en el mismo momento en que lo lees, es la misma cosa. Pero como miente siempre... Hemos comprobado totalmente que la nena salió viva, quién la sacó, cómo y lo demás. No sé cómo pueden estos sinvergüenzas mentir en la cara de una, cuando estamos demostrando la verdad...

-Siguen torturando...

-Sí, esa ha sido su labor durante estos 36 años.

-¿Cómo ha sido el comportamiento de los vecinos? ¿Se animan a hablar, aportan algo, vencen el miedo? 

-Sabía que iban a aportar algo, porque como están un poco peleados entre ellos siempre tuve la esperanza de que dijeran alguna cosa, no sólo de mi nieta, sino de algunas otras víctimas. Pero no. Están muy apoyándose unos a otros y esperando que alguien los salve de eso, de lo que no se van a salvar.

-Alguna vez dijiste que querías encontrar a Clara antes de perder la vista, y cada vez se hace más difícil. ¿Cómo imaginás el futuro, tenés esperanzas de encontrarla viva? 

-Sí, siempre tengo esperanzas. Y seguiré caminando hasta el último instante, por supuesto. Pero es lo lógico. Si a una le llevan una nieta, que quiera saber qué han hecho con ella, dónde la tienen, qué pasa con ella. Tenés que seguir caminando aunque no tengas fuerzas, hay que seguir buscando justicia para que de una vez por todas haya justicia.

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