lunes, 8 de octubre de 2012

Los medios, sus fines y lo que representan


Pequeña pregunta: ¿qué mecanismos operan para que algunos le creamos a ciertos medios y otros le crean a otros? A partir de ahí, y de la aceptación de que hay -por ejemplo- dos relatos, una reflexión sobre el papel de los medios, la teoría de la "independencia" periodística y un repaso por la historia y lo que representan algunos de esos espacios.

Por Thelonius Monk

Aceptemos, por una vez aceptemos, aunque sea por estos 5 minutos, que existen dos relatos.

Que existen dos maneras de reflejar la realidad, hoy, en nuestro país (quedémonos con el país en esta hipótesis).

Bien. Como la inmensa de la mayoría de los argentinos no pueden tener contacto directo con “la realidad”, es claro que la conocemos por “intermedio” –mediada– por los canales de información que elegimos para conocerla.

Soy sincero: leo Página/12, Tiempo Argentino, Clarín, La Nación e Infobae, básicamente, para –por “intermedio” de ellos– concectarme con la realidad.

En TV miro: 678, Desde el Llano, Con Sentido Público, A dos voces, Código Político, El Juego Limpio (qué lindo nombre), siempre y cuando pueda ir haciendo zapping si coinciden los horarios.

La pregunta que me da vueltas hace tiempo es: ¿qué mecanismos operan para que algunos le creamos a ciertos medios y otros le crean a otros? Siempre sobre la base de que ambos cuentan una historia y un relato diferente y opuesto.

Y me interpelo, porque todo este proceso histórico-político inevitablemente me ha alejado de muchas personas que durante mucho tiempo fueron cercanas.

¿Qué hace que miremos “la realidad” de manera tan diferente, diametralmente opuesta al punto de que afecte nuestra relación personal?

Lo atribuyo (otros tendrán otra idea) a que vemos y leemos medios diferentes. No encuentro otra explicación.

Creo que cualquier persona sometida a mirar cualquiera de los medios mencionados (y únicamente uno –o más, pero que compartan la misma visión–) sin una formación política sólida, por el término de, digamos, 30 días, inmediatamente, “mirará” la realidad y opinará sobre la misma de acuerdo a tales elecciones.

Esto no es nuevo, ya lo sé. “Somos pensados”, diría algún filósofo argentino. “La existencia inauténtica” diría Heidegger.

Pero, siendo inevitable, es importante que hagamos un esfuerzo para, por lo menos, advertirlo.

Seguramente, entre tantos componentes, habrá uno que hace que elijamos tal o cual medio porque es el que mejor se adapta a nuestra cosmovisión. Entonces, habrá gente a la que le queda cómodo leer La Nación y sus escribas. Y habrá otros, que nos sentimos cómodos leyendo Página/12, nos sentimos identificados.

Pero, siendo tan diferentes “los relatos”, tengo que hacer alguna observación de lo que veo, leo o escucho.

Ni Página/12, ni 678, ni Tiempo Argentino se autoproclaman “independientes”. En mayor o menor medida, siempre se reconocen compartiendo el proceso político.

Es decir, todos sabemos qué leemos, escuchamos o vemos cuando elegimos eso.

También es evidente que Clarín, La Nación y TN (para resumir los espacios que más se ven/leen) se definen como “independientes”. Es decir, no reconocen estar defendiendo o mirando la realidad desde ningún interés.

No hace falta a esta altura decir que es imposible no estar parado en algún lugar cuando analizamos la política. No hay ascépticos. No hay neutrales. La neutralidad es el disfraz de alguien, seguro. Si no admitimos que existe una feroz disputa de poder, no se puede hacer ningún análisis por la abismal diferencia en la visión inicial de lo que es “la política”, la historia y el poder.

Entonces, ¿los que leen, escuchan y ven Clarín, La Nación y TN se creen en serio que son independientes? ¿Se creen en serio que se forman una opinión independiente? ¿O sólo calman sus conciencias, no pudiendo enfrentar lo que realmente representan esos medios? ¿Se creen que son independientes porque saben que desnudar lo que representan esos medios y verse reflejados les produciría cierto escozor?

¿Horacio Gonzalez o Morales Solá? ¿A quién le creen? En serio. ¿Alfredo Zaiat o Cachanovsky? ¿Verbistsky o Kirschbaum?

Y así podríamos seguir con muchísimos.

¿Elegir a unos o a otros para creerle nos define a nosotros también? Yo creo que sí.

Y lo creo sin alegría, porque creerlo me hace replantear el mundo más inmediato.

El triunfo más perverso de Clarín, La Nación, TN y LO QUE REPRESENTAN (para no focalizar en un diario o en otro, lo importante es lo que representan) es que les/nos han hecho creer que tenemos opinión propia. Que tenemos agenda propia.

No somos expertos en nada y los sucesos y los hechos que ocurren nos los tienen que contar, explicar, traducir; en general es así para casi toda la población y por lo tanto tenemos que hacer un ejercicio de fe a veces (muchas, demasiadas) y elegir a quién le creemos.

Este proceso histórico-político ha tenido el mérito de desnudar quién es quién en el periodismo y en los medios.

Por eso, cuando ocurre algo, cuando compro el diario, cuando sintonizo una radio o un canal de televisión me pregunto de dónde vienen, a quiénes fueron funcionales, a quiénes representaron históricamente y si bien no es fácil –es más bien complejísimo– tengo en claro qué pasó en este país cuando nos “reorganizaron” los lazos sociales.

Tengo claro que mientras mataban a Walsh, Oesterheld o Urondo (por citar los emblemáticos), Clarín y La Nación pactaban con la dictadura y se quedaban con Papel Prensa.

De eso sí que no tengo dudas. Y he decidido, por lo menos para mí, que eso sea parámetro para decidir a quién le creo y a quién no.

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