miércoles, 22 de agosto de 2012

Segundas partes nunca fueron... (escúchese antes de leer)


Por Hilario Lago’s

Segundas partes nunca fueron buenas, agoreran algunos. Se dicen muchas pavadas. Pero a veces tienen razón. Nomás ayer (es un decir) pudimos disfrutar esa perlita que es Susana Lago rumiando un tango que, decíamos, te abre un tajo en el pecho: Nada. En esa oportunidad nos maravillamos en la intimidad del exilio, en la frescura del momento, en fisgonear un momento notable.

Segundas partes, entonces.

Hay otro video de la Lago. Nostalgias. Otro tangazo del que no vamos a decir nada, ya es grandecito y puede defenderse solo…

Dicen que las comparaciones son odiosas. Se dicen muchas pavadas. Pero a veces…

No se puede, no se debe, en este caso, esquivarle el bulto. Porque, nobleza obliga, la imagen, el momento, se ubican en las antípodas. Lo primero, lo evidente, es que ha cambiado el escenario: ya no se trata de la intimidad del puñado de amigos que, acaso, no sospechen que están siendo filmados, robados al olvido. No. Todo lo contrario: una tratoría en París; esto es, el público, la exposición, la conciencia del espectáculo.

No sabemos, tal vez estamos siendo injustos, una vez más. Porque, bien mirado, esa tratoría puede ser pensada como una extensión del atelier donde cantaba Nada. Es una fonda pequeña, sin muchas pretensiones, un público de morochos, latinoamericanos, un poco como estar en casa (los presentadores rubios salen de escena rápidamente y ya nadie los recuerda).

Dicen que las comparaciones son odiosas.

Hay un problema con este video. La cámara, la filmación es invasiva, un abuso, un atropello a la razón. Cuánta diferencia con aquella imagen de Nada, donde la cámara no se notaba, en ningún momento uno tomaba conciencia de ese cuerpo extraño, de esa presencia. Uno, a qué negarlo, sentía que estaba ahí, que era parte, que era uno más del grupo.

Pero en Nostalgias la cámara es muy chambona, lo estropea todo. Los primeros planos desquiciados son un ultraje, una aberración. Como espectadores sentimos vértigo, tan ensimismados sobre la cantante; es inevitable, por reflejo, nos echamos para atrás, no queremos ser parte de ese atropello.

Segundas partes nunca fueron.

Hasta los primeros planos podrían ser pasados por alto. Sí, con un poco de esfuerzo. Pero hay algo imperdonable: no podemos perdonar lo que genera esa cámara: comparemos, simplemente, el rostro de la Lago en ambos videos. Lo que en Nada era frescura y verdad, en Nostalgia se trastoca en una triste mueca: ahí está, vean esa sonrisa forzada, vean cómo la cámara la obliga a realizar un acting que no le sienta, se le nota el esfuerzo, la mentira, la incomodidad…

Ahí, en ese detalle, están cifradas demasiadas cosas. En otra oportunidad, dijimos que la reunión en el atelier sintetiza un poco el exilio latinoamericano. Tal vez, entonces, el recital en la tratoría sea el reverso de aquella medalla: los mismos exiliados, anclados en Europa, haciendo lo que no quieren, no les sale eso de estar pendientes de la cámara, de los dos franchutes. No. Lo que vale está en otra parte, en cantar para los amigos, para ese público propio en la lejanía. Eso y no mucho más. Compárese, por ejemplo, la sonrisa de la Lago en ambas interpretaciones. Una es Tango. La otra, For Export.

A veces, segundas partes fueron… una sombra, una máscara, un eco, un fracaso.

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