martes, 14 de agosto de 2012

La pedagogía del odio y la complicidad ideológica



Una vez más La Pampa vuelve a ser noticia a nivel nacional, gracias a los cultores del odio, la desigualdad, la desmemoria y el horror.

Luego de hacerse conocida la publicación del sacerdote Hidalgo, vuelven a la memoria el discurso reivindicatorio del golpe que realizase Santiago Gándara durante un acto de la Sociedad Rural de Gral. Pico, dichos que carecieron del enfático repudio del gobernador, quien se encontraba allí presente. También vuelven a aparecer las imágenes de aquel niño que sostenía un cartel con el nombre del genocida Galtieri durante un acto escolar, así como también la homofóbica convicción de la jueza de paz de Gral. Pico que se negaba a casar a dos personas del mismo sexo. Ahora se suma a esta lamentable e inconclusa lista, las palabras de Jorge Luis Hidalgo, un sacerdote oriundo de Ingeniero Luiggi, quien escribió en su cuenta de Facebook, con motivo del cumpleaños del genocida Videla: “No fueron 30 mil ni fueron inocentes, feliz cumpleaños General‘, agregando: “un soldado nunca pide perdón por haber salvado a su patria de la dictadura comunista”.

No sorprende en absoluto la ideología expresada por el clérigo, si se tiene en cuenta la doctrina predominante en la iglesia católica antes, durante y después del golpe del 76. Hace poco tiempo el propio Videla reconocía la complicidad de la cúpula eclesiástica declarando, respecto de los desaparecidos: “...En mi vida lo he hablado con muchas personas. Con Primatesta muchas veces. Con la Conferencia Episcopal Argentina, no a pleno, sino con algunos obispos. Con ellos hemos tenido muchas charlas. Con el nuncio apostólico Pío Laghi. Se lo planteó como una situación muy dolorosa y nos asesoraron sobre la forma de manejarla. En algunos casos, la Iglesia ofreció sus buenos oficios, y frente a familiares que se tenía la certeza de que no harían un uso político de la información, se les dijo que no busquen más a su hijo porque estaba muerto...”.

Esta postura institucional, reaccionaria, golpista y antidemocrática, guarda una coherencia histórica desde los albores de la Patria, cuando el Obispo Lue y Riega se erigía como la voz opositora a Juan José Castelli, autor y actor principal de la Revolución de Mayo. O la celebración del “corpus cristi” de 1955, de una fuerte impronta destituyente en contra de Perón, que fuese la antesala del bombardeo a la Plaza de Mayo, cuyos aviones bajo sus alas lucían la inscripción “cristo vence”, y causaron la muerte de unas 400 personas.
Todos ellos son recuerdos sangrientos jamás repudiados por ninguna autoridad de la iglesia, salvo por el obispo Enrique Angelelli quien declarase: “Debemos confesar humildemente que hemos estado alejados de la clase obrera y nos hemos presentado ante ella como una Iglesia burguesa”, agregando tiempo después: “Si estas injusticias continúan, algún día estaremos en el mismo paredón los patrones y los curas. Ustedes por no haber sabido practicar la justicia social. Nosotros por no haber sabido defenderla”, estas y otras declaraciones, imbuidas de un profundo compromiso social y coraje cívico, fueron las causales de su muerte.
En nuestra propia provincia, con motivo de los juicios por delitos de lesa humanidad, los cuales pusieron fin a la fantasía de haber sido una isla en la que no paso nada, se mencionó al sacerdote salesiano de apellido Espinal, como el encargado de interrogar a las víctimas (principalmente mujeres) luego de largas cesiones de torturas y violaciones.

Esta misma iglesia es la que con mensajes apocalípticos llamo una y otra vez a “guerras santas”, cuando se aprobaron las leyes de educación laica, voto femenino, divorcio civil, matrimonio igualitario e identidad de género, leyes que solamente profundizaron eso de “ved en el trono a la noble igualdad”.

No puedo evitar hacer mención al lamentable silencio, que ante estos dichos, mantuvo toda la dirigencia política de La Pampa, a excepción de la Vicegobernadora Norma Durango. Guardar silencio frente a este tipo de declaraciones, hechas por alguien que vive de la prédica y el adoctrinamiento, más que desinterés demuestran un aval omisivo y peligroso.

Pero no todo es oscuridad en la milenaria institución, justamente ayer tuve el honor de asistir a la celebración en memoria de Roque Orlando “Toti” Montenegro, padre de una querida amiga y nieta restituida, Victoria Montenegro. Dicha celebración tuvo lugar en la Iglesia de la Santa Cruz, la misma que durante la dictara acogió a las Madres de Plaza de Mayo, la misma en donde fueron secuestradas y luego asesinadas varias de sus fundadoras. En este homenaje al militante popular Toti Montenegro, asesinado con apenas 20 años de edad, junto a su mujer Hilda, el sacerdote que oficio la ceremonia pidió perdón por el rol de la iglesia durante aquellos oscuros años y el silencio posterior, cabe destacar que lo hizo luciendo una humilde estola de lienzo con los rostros bordados del padre Mujica y los obispos Angelelli y Ponce de León, quienes junto a las monjas francesas y los padres palotinos, fueron asesinados por luchar y estar del lado de los más humildes, por estar del pueblo, por levantar sus voces contra la inequidad, la injusticia, la desigualdad y la muerte, flagelos que hoy 30 años después y en democracia, este curita pampeano víctima de la desmemoria, gen de toda ignorancia, peligrosamente reivindica.

Juan Ordoñez
Abogado militante
La Castelli, Kolina DDHH, Mesa por el Juicio y Castigo

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