lunes, 23 de julio de 2012

"Me hundo y nos hundimos todos"

Por Polilla Vallejos

¿Y la sana critica racional de la que tanto se valió el juez para "fundar" sus sentencias? ¿Adónde quedó toda la hidalguía de aquél que no temía al poder político, que no dudaba en impartir justicia a costa de todo? ¿Qué va a hacer si salva el pellejo de este jury? ¿Con qué sustento ideológico, ético, vuelve a fallar? ¿Con qué cara va a mirar a todos los que salpicó con la mierda que revoleó paro los cuatro costados?

La estrategia defensiva del juez "juzgado" es de las más sucias que se han visto en los últimos tiempos. La constante apelación a la opinión pública, fogoneada por el principal multimedio de la provincia y la tendencia a confundir al "pueblo" acerca del procedimiento penal, ponen de manifiesto que no hubo, si quiera, un minuto de reflexión acerca de su trabajo en ésta y todas aquellas causas en las que se debatieron cuestiones relacionadas a la violencia de género.

Existe una especie de responsabilidad virtual que, en su caso, puede traducirse en una reclamación civil al estado pampeano por construir víctimas y mantenerlas como tales hasta que se mueran o las maten.

Pero la responsabilidad real sobre el final espantoso que tuvo Carla Figueroa, tiene nombres y apellidos, cargos, sueldos, falta de preparación, prejuicios, machismos y todos los condimentos que se quieran agregar a la bazofia que compone los tribunales pampeanos.

El desprecio por el tema no es patrimonio de este juez, eso está claro, el sistema judicial en pleno se pasó por el culo la violencia de género. No por casualidad, sino por ser uno de los poderes más misóginos, conservadores y catohólicos que tenemos que padecer. Y, a su vez, por tener entre sus filas a más de un golpeador. Lo cual tampoco es patrimonio del Poder Judicial.

Ilustración: Sergio Ibaceta (publicada en la sección "Entre Pocillos", de El Diario)

viernes, 13 de julio de 2012

Que se jodan

Por Priamo Ropavejero

“¡Que se jodan!”, dijo hace algunas semanas una diputada del derechista Partido Popular (PP) de España, Andrea Fabra.

Parece la síntesis perfecta del pensamiento de nuestra derecha vernácula. Están al acecho esperando el fracaso de este proceso histórico, conspiran en las sombras, tienen unas ganas bárbaras de gritar “jódanse”.

Uno lo siente, lo percibe, se nota en las charlas de café, en las discusiones en el trabajo, en el asado, en los comentarios del “feis”. No les interesa que esto reviente. No les importa lo que se ha construido, lo que se ha reparado.

La recomposición de los lazos horizontales, la recuperación de la pertenencia, el despertar de muchos dormidos. No les interesa, les molesta, no lo soportan.

No pueden entender que se sueñe porque son incapaces de soñar, todo se vende y se compra para ellos.

Hace tiempo que a todo ese odio y resentimiento se les contesta con inteligencia y amor. Justo los que estuvieron jodidos siempre, les responden de esa manera.


Cuidado, diputada. La tolerancia tiene límites. No haga que se enojen. Va a ser jodido.

Olvidar… ¡las pelotas!

Por Hilario Lago’s

Olvidemos que se trata de un gran tango, un tangazo, un clásico con todas las de la ley.
Olvidemos que tiene una de esas letras de puta madre, poesía y punto.
Olvidemos que habremos moqueado más de lo que nos gustaría reconocer al escuchar cualquiera de esos versos que te rajan un poco más el pecho.
Olvidemos que se trata de Susana Lago, la voz de Anacrusa, esa extraña y saludable mezcla de folklore y rock y qué se yo cuántas cosas más, que regenteó Castiñeira de Dios, allá por los setenta.



Hay una cosa muy íntima en esa imagen. Todos aparecen frescos, sueltos. Nadie posa. Está, obviamente, la voz, la cara, la sonrisa de Lago. Como siempre, uno queda encandilado por su fraseo, esa manera de cantar como desganada, como si dejara caer las frases al tun tun, sin esfuerzo, como si nunca hubiera hecho otra cosa, como si encarnara al tango mismo: morocha, dura, tierna, generosa, sincera…

Olvidemos, hagamos el intento, la poesía.

Hay, además, otra cosa en la imagen que obliga. Se trata de un atelier, de una reunión de amigos. Se trata, uno sospecha, de esos exiliados rezagados que todavía promediando los ochenta seguían boyando en la lejanía. Hay un clima de camaradería, hay la necesidad del tango, de la nostalgia hecha música, para sortear ese pasado reciente, para extrañar mejor lo que para ese entonces ya era elección, hábito, necesidad, culpa, odio, bronca o, por qué no, la nada misma.

Hagamos de cuenta que sobra una silla.

Hagamos la trampa de colarnos en la foto, de participar de ese tango.

O no.

Hagamos, entonces, simplemente, nada.

miércoles, 11 de julio de 2012

Aquí están, estos son, los Hermanitos Kermesinos


Por Juan Pablo Gavazza

Ese animal periodista que es Juan Carlos Martínez –veterano zorro de mirada clara, que sabe por viejo y por diablo– aporta en La Kermés cada semana la parte más reflexiva y una mirada tenaz desde los Derechos Humanos. Es un lujo y un orgullo que Martínez –un incansable de esos que lucha todos los días, uno de los imprescindibles– sea parte de esta experiencia.

Miguel Palazzani, al que le sienta mejor el título de justiciero que el de abogado, fue uno de los principales impulsores del espacio; después se hizo rogar con el brillo de su ausencia –como corresponde a un alma anarquista– y cuando apareció más seguido no sólo confirmó su sabiduría futbolera y su mirada lúcida sobre las cosas de todos los días, sino que sorprendió con sus dotes actorales.

El radioteatro –manoteado y tratando de enriquecerlo respecto del que nació en el “Violando la Norma” que hacíamos con Luciano Gaich– es el momento en que se respiran las mejores tensiones: el nerviosismo siempre es prólogo de la acción que viene. Y hasta se arman sanas competencias por el puesto, dirían futbolistas expertos en micrófonos.

Resalta, desde ya, la energía de la párvula loca Cintia Brenda Alcaraz, la hormiguita judicial que nunca falta, y que sumó al programa su voz particular, palabrotas varias y la valentía para reírse de cualquier cosa, incluyendo a sus jefes y a ella misma. Encima no vino sola: trajo a la licenciada en Sexología Enhema Yepes Lamela, a la vecina Ofelia que nos sigue preguntando por Guito y a la periodista estrella Ramira Rodríguez Carámbulo.

Ramira, en el informativo más creíble de los que se conocen en La Pampa, suele entrar en franca lucha con Elonoro Gómez Castrillo, que se dice locutor oficial y fue sentado en esa silla por el Juani De Pián. Juani, grillo desnudo pero bautizado como el osito peluchito del barrio Los Hornos, ya se sabe más o menos lo que es: un querido querendón de ingenio rápido y buen humor permanente, que hasta tuvo la grandeza de resignar su especialidad gastronómica para que se luciera Concho Martínez Argumedo. Otras sensiblerías y creatividades las canaliza a través del monaguillo Pedro Stalin.

El que lo manda es el Padre José, que aparenta orígenes polacos pero tiene sobre todo reminiscencias de la Quemú Quemú de Armando Lagarejo. Poeta y trabajador de la palabra, Lagarejo es el padre sabio de la tribu, que va cosechando tempestades, admiraciones y azoramientos con las historias que trae, en el punto justo entre la candidez y la revolución.

Otro modo de contar historias es el de Mauro Monteiro: con sus Manos Mágicas resume cada semana un tema de los que en general hacen doler, para hacernos reír. Ese aporte satírico, que es columna vertebral de La Kermés, se nutre no sólo de la brillantez en el manejo de la técnica, sino sobre todo de la coherencia y la inteligencia para generar un contenido profundo. La formalidad dice que Mauro Monteiro es el “operador”. En realidad es un animal de radio.

Otro animal de radio es el Negro Bompadre, inicialmente convocado como “musicalizador”, porque vaya si tiene gusto para eso, y vaya si conserva la manía de hurgar en rincones extraños. Es mucho más que eso, claro: si el equipo (que eso es: un equipo) tuviera un capitán, posiblemente sería Bompadre, no tanto porque le gusten los uniformes sino porque es el que -docente, quiera o no- anda mirando casi panorámicamente el funcionamiento del conjunto. El Negro, por desgracia, no se calla nunca. Y, por suerte, no hay nada que le venga del todo bien.

Maxi Rubio, en teoría, es el hacedor del segmento deportivo Tiki Tiki. Pero cuando se le suelta la lengua se le escapan perlitas de sarcasmo en otros lados. Estaría bueno que su función como DT del básquet de All Boys no lo aleje demasiado del mundo kermesero. Porque además hace buenos pollos al disco.

El último en incorporarse a la comunidad es Pablo Aimar, otro llamado “operador” que tiene de su oficio –y de la radio en general– una mirada que excede por mucho el rol de manejar algunas teclas y apretar botones. Y que lleva consigo eso que ya llamamos imprescindible: alegría, buen humor, inteligencia y mirada crítica.

domingo, 1 de julio de 2012

El Radioteatro, con Ningo, Mecha y MaZamora

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Leo, el embrujado

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El Pequeño Gran Lagar

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El padre José y su monaguillo

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La sexóloga

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El Informativo más creíble

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Jorge y el Medasur

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Larry, el primer privatizador

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